Ardiente verano by Noelia Amarillo

Ardiente verano by Noelia Amarillo

autor:Noelia Amarillo [Amarillo, Noelia]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Novela, Romántico, Erótico
editor: ePubLibre
publicado: 2011-05-01T04:00:00+00:00


CAPÍTULO 13

Al final resultó ser una suerte que la erección le impidiera perseguir a María y confesar, ya que le dio tiempo a pensar y planear. Se lo diría, pero poco a poco, de manera suave, sin asustarla. Primero le mostraría sus intenciones como Caleb, luego confesaría quién era.

Miró el despertador de la mesilla, eran las cuatro y media de la mañana y no había dormido más de tres horas. Se levantó de su enorme cama, fue al cuarto de baño y, mientras se duchaba, trazó su plan.

—No quiero que vuelvas a acercarte a mí de esa manera —remarcó la palabra «esa»—. Bastante tengo ya en la cabeza como para andar preocupándome por algo que no podrá ser jamás.

Ella estaba en la cocina, cuchillo en mano, preparando los bocadillos del almuerzo. Eran las cinco y media de la mañana y Andrés y Abel estaban abajo acabando de preparar las cosas. Supuestamente era Andrés quien debía subir a recoger los bocadillos, pero Caleb se había adelantado. Esperaba hablar con María de lo sucedido, pero ella, sin molestarse siquiera en saludar, le había recibido con esa frase incendiaria.

—No deberías preocuparte —afirmó él acercándose a ella y rodeándola con los brazos.

—Suéltame. ¿No me has escuchado? —inquirió moviendo nerviosa el cuchillo que aún tenía en la mano.

—Te he oído —asintió él, agarrándola por la muñeca y quitándoselo—, pero no pienso hacerte caso.

—A ver, Caleb, centrémonos —respiró profundamente, dando un paso atrás y alejándose de él—. No puede haber nada entre nosotros; eres mi cuñado.

—Eso no es delito.

—No me apetece liarme con nadie y menos aún contigo —indicó María, cruzando los brazos sobre el pecho.

—No estoy interesado en tener un «lío», quiero más —rebatió él alzando las cejas. ¿María no quería liarse con nadie? ¿Y qué coño hacía follando con él en la cabaña sin siquiera conocer su nombre?

—No puede ser, Caleb —negó cabizbaja.

—¿Por qué? —inquirió, acercándose a ella y abrazándola de nuevo—. ¿Qué te impide tener una relación seria conmigo?

—Yo jamás viviré en el pueblo y tú nunca lo abandonarás… ahí se acaba todo. No estoy dispuesta a empezar algo que está abocado al fracaso. —Su mirada estaba teñida de confusión y pesar—. En el pasado me sentí atraída por ti, no lo voy a negar. Eres un buen hombre y, en otro momento de mi vida, quizá podría… No sé —admitió abatida—, pero no ahora. Tengo la cabeza hecha un lío. Hay alguien que… No sé si llegaré a tener algo… serio, imagino que no, pero… No puedo pensar en otra persona. Debo… aclarar mis sentimientos. Lo siento —dijo dando media vuelta y abandonando la cocina.

Caleb la siguió con la mirada hasta que entró en su habitación y cerró la puerta. Escuchó cómo echaba el cerrojo y después oyó la cama crujir bajo su peso.

«Mierda».

La había cagado, pero bien. Hasta el fondo.

Si pudiera, mataría a su puto rival. Patearía el hígado al cabrón que se había atrevido a usurpar su lugar en el corazón de María. Pero no podía hacerlo, porque era él mismo.



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